Cualquiera que se haya leído alguno de mis artículos tendrá una idea de la calidad de mis barajas.
No obstante, que no se diga que no tuve mi momento de gloria: he aquí la prueba.
Estos dos sobres (vacíos, faltaría más) metidos en un marco de todo a cien son el premio que me llevé por quedarme cuarto en el primer torneo de Magic que se celebró en Huesca en la tienda friki de Las Cruzadas. No estoy seguro de la fecha, pero debió de ser sobre 1996 porque Espejismo había salido recientemente.
Había premios similares para los demás finalistas. El ganador creo que se llevaba 5.000 pesetas de la época (30 euros) y un Blinking Spirit de borde dorado firmado por no sé quién. Muchos participantes fardaban de que sus mazos valían bastante más que el premio y estuve tentado más de una vez de coger uno, salir corriendo y que saliera el sol por Antequera, pero al final siempre he sido un buenazo.
Mis amigos ya no jugaban al Magic, así que me fui solo. No tenía ni idea de hacer mazos, así que junté todas las cartas blancas y negras que me parecían más eficaces (Terror, Ira de Dios, Espadas en Guadañas, Ángel de Serra...) y unas cuantas que se bajaban rápido (Murciélagos Vampiro, Aullido del Más allá, Ornitóptero) y allá que me fui.
Empleé también la técnica psicológica que empleaba mi hermano en sus campeonatos de ajedrez: dos días sin ducharme, sin afeitar (no es que tuviera mucha barba por aquel entonces), despeinado y con las uñas largas y sucias. No tenía un efecto real en el juego pero perturbaba, aunque fuera levemente, al rival. O, dicho de otro modo, por joder. Al enemigo, ni agua. En la guerra, como en el amor, vale todo. Arrieritos somos y buena sombra nos cobija, joder.
(Aquí los sobres fuera del marco. Obviamente, las cartas las saqué y no recuerdo ninguna memorable)
Yo pasé a las semifinales un poco por habilidad y bastante por suerte. La jugada que me lo permitió fue un ataque desesperado con unos Murciélagos Vampiro (Fuerza 0, se hincha al ataque con maná negro) y un Ornitóptero (Fuerza 0). Mi oponente, creyéndose muy listo, bloqueó al murciélago y dejó pasar al Ornitóptero. Entonces, yo giré todo el maná.
Y catacróker.
Ese fue mi momento de gloria y también el último porque en semifinales me machacaron. En los años siguientes se celebrarían un par de torneos más, pero allí mi mazo blanco y negro ya era un trasto demasiado obsoleto y ni siquiera tenía el factor sorpresa.
Y así, hasta hoy.
¡Jajaja!
ResponderEliminarUna entrada muy buena, Gabriel: ¡me he reído mucho! ;-)
Yo también llegué a ganar algo en esos torneos locales de los primeros años. Así que recuerde ahora mismo, en un sorteo que se realizó al final del torneo me tocó un Mechwarrior de Diseños Orbitales. Sí, un juego de rol, buen ejemplo de que en esos primeros años estas aficiones iban de la mano. Eso sí, el juego era usado y estaba en bastante mal estado :-)
Y luego mi amigo Juan y yo ganamos un torneo que se hizo por parejas: dos jugadores contra otros dos a la vez, en la misma partida. El primer premio eran dos Erhnam Djinn (uno para cada miembro) y el segundo dos Hypnotic Specter. Yo ya tenía mis cuatro Erhnam, pero uno extra venía muy bien para cambiar porque en esa época era muy popular.
Fue todo un acontecimiento. Recuerdo que después salió el Vientoligero y allí empecé a cansarme del Magic: era un chorro de pasta y las constantes expansiones obligaban a invertir constantemente. Tempestad salió cuando llegué a la universidad y fue la última expansión de la que me compré mazos.
EliminarLos sobres que me tocaron en el torneo eran de cuarta y me salieron cosas como Veterano Trasgo (2/2 sin habilidades por 2R) o la Banda Emboscada (3/1, daña primero, prisa por 4R)